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3052 Palabras

Félix —¿Y a qué te dedicas? —hace un rato, Adeline me había dejado con su abuelo para conocerlo más. El señor era un veterano guerrero jubilado, y aunque solo marcaba la línea para conocerme, sabía que amaba mucho a su nieta. Al igual que yo. Estaba solo siendo sobreprotector. Me aclaré la garganta ¿qué se decía en esta situación? —Soy una persona de negocios. —Determiné. Era lo mejor. —¿Qué tipo de negocios? —necesitaba ayuda aquí y no veía por ningún lado a Adeline. Seguía en la cocina con su abuela, escuchaba las risas desde la sala. Sonreí. Casi no la escuchaba reírse a menudo. —No esperes que ella te salve. Muchachito. Mírame —la voz demandante del abuelo me tensó. Él sabía como poner nervioso a un mafioso. —No estoy esperando nada, abuelo —torció la boca. Creo que no le gus

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