Está anocheciendo, estoy cansada, pero feliz. Hace mucho no tenía contacto con pacientes y volver a tener esa sensación de satisfacción por ser útil a los demás me reconforta. También me ha hecho olvidar en parte mis últimas semanas. Pase de ser una profesional a esposa que se convirtió en viuda y al parecer, dentro de nada, seré una mujer divorciada. Un orden algo fuera de lo común. Pero con Eros todo es fuera de lo común. La puerta se abre y Sam aparece. —Mi último paciente ya se ha ido. —El mío también —sonrió. —Damos por terminado el día. —Fue un buen día. Asiente. —Los suministros que trajiste sirvieron de mucho, gracias. Niego. —En cuanto pueda, traerá más. Entra y cierra detrás de él. —Me encantaría tenerte por aquí más a menudo toma asiento en la silla frente a mí ¿