Capítulo 52-2

1775 Palabras

No miré al abogado de Eva, sino al juez. —Su Señoría, en la tarde del jueves, 2 de abril, entré en el establo justo cuando un total extraño sostenía una escopeta a la cabeza de mi caballo de doma, campeón mundial, y le voló el cerebro. Tenía dieciséis años. No tenía idea de lo que pasaba, sólo que mi caballo yacía en el suelo, gritando de agonía mientras un grupo de extraños lo golpeaban con una pala y luego le apuntaban la escopeta por segunda vez. Pensé que eran ladrones, así que cogí una horca y apuñalé al hombre con la escopeta en la pierna. —¡Objeción! —el abogado de Eva se abalanzó sobre mí. El alguacil se interpuso entre nosotros. —¡Retroceda, señor! El juez miró al abogado de Eva, un destello de ira en sus ojos. —¿Usted objeta? —preguntó el juez— ¿En base a qué? —Pido una anu

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