[Carla] —¡Mierda, Carla! Esa mujer por poco nos ataca —se queja Tatiana, con la respiración entrecortada, por lo que corrimos al salir de la floristería. Me quedo mirándola por un momento y no logro contener una carcajada, que me sale de lo más profundo de mi ser. Mi amiga me mira confundida y frunce el ceño, al tiempo que mira hacia los lados, sintiéndose avergonzada porque mi risa llama la atención de los que están cerca. —¡¿Le viste la cara?! —me burlo —. ¡Peter, púdrete! Me dejaste de amar, pues te vas a quedar sin amor, porque conmigo nadie juega —pronuncio al aire, ganándome una mirada extraña de Tatiana. —Estás demente —dice bromeándome y yo le hago una mueca. —Ahora ayúdame a pensar qué hacer, para que la madre de Peter se entere… Estoy segura de que por más odio que me te