Lo que más odia el rebaño, es aquel que piensa de modo distinto, no es tanto la opinión en sí, como la osadía de querer pensar por sí mismo, algo que ellos no saben hacer.
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¿Los alumnos son estúpidos?, ¿Qué clase de director le dice algo como eso a un estudiante?, exacto, ninguno, yo estaba asombrada, sin duda el tipo estaba loco.
—Bueno, ya me tengo que ir— mencioné y di un paso hacia atrás, hacia la salida, lista para salir corriendo.
—No te metas en problemas Lucy West, en este pueblo todo está en orden, y pareces una chica de caos, así que no te metas en problemas.
—Bien —respondí sintiéndome un poco intimidada, aquello parecía una advertencia, pero el modo en que lo dijo, sonaba mas cómo a una amenaza, —Que tenga buena tarde señor… director.
—Soy Alexander Galloway.
Yo solo asentí, él ladeo un poco la cabeza y sonrió, —Te llevaré a tú casa, me queda de camino.
—Oh no no, no hace falta… me gusta caminar y no esta tan lejos.
—¿Caminarás bajó la lluvia? —preguntó y miró por la ventana detrás de él.
Cierto, lo había olvidado, afuera había un diluvio, —Esperaré.
—Pues entonces esperarás hasta mañana, está lluvia no se va a detener— dijo él y juntó sus cosas con suma elegancia.
Yo solo me quedé ahí de pie embobada, él tomó su abrigo de color n***o, y un delicioso aroma inundó mi nariz cuando lo extendió y se lo puso sobre los hombros, no era a colonia de hombre, no, este era un aroma diferente, un aroma que me hacía sentir deseosa e impaciente.
Tragué saliva en seco y la garganta me dolió un poco, ¿Ir sola con él?, la idea explotó en mi cabeza, no me gustaba, pero al mismo tiempo tenía curiosidad, además él no parecía aceptar un no por respuesta.
Llegó hasta la puerta y se giró para verme, —¿Qué esperas?.
Yo bajé de mi nube y me apresuré a seguirlo, mientras caminaba a su lado noté las miradas que dos chicas que aún no se iban me lanzaron, como si yo me estuviera robando algo prohibido, solo esperaba que no hubiera malos entendidos después.
Al llegar afuera miré la lluvia, apenas di un paso, esperaba que esta empezara a caer sobre mi, pero eso nunca pasó, al ver hacia arriba, miré una sombrilla negra cubriéndome, sentí un cosquilleo en el vientre al ver los hermosos ojos de Alexander, estaba tan cerca que casi podía tocarlo.
Me sentía algo confundida, ¿Qué era lo que me estaba pasando?.
—Ese es mi auto —dijo y señaló hacia un carro negr*o, era bonito y parecía nuevo, yo solo asentí y caminé junto a él, hacía ese auto, bien pudo ser una escena muy romántica, pero mis manos temblaban por el miedo.
Él fue muy caballeroso y me abrió la puerta, me senté en aquel asiento y respiré hondo cuando la puerta se cerró. ‘No te vuelvas loca, solo te está llevando a casa, en este pueblo son muy amables, si, solo es amabilidad’.
Me removí un poco cuando él subió, cerró la puerta y casi de inmediato arrugó la nariz, bajó las ventanillas de la parte trasera y yo solo fruncí el ceño.
¿Por qué hacía eso?, sus asientos se iban a mojar, aquel auto parecía costoso, iba a decirle algo, pero decidí dejarlo, ¿Quién era yo para decirle como cuidar su propiedad?.
Puso el auto en marcha y empezó a conducir, yo lo veía de reojo, él era tan perfecto, nunca antes había visto a alguien como él, tenía ganas de saltarle encima y de besarlo, ¡Dios!, así me sentía.
—No salgas de noche—dijo él mientras sujetaba el volante con ambas manos.
—Mi tía dijo que este pueblo es muy seguro, y no parece que…
—No salgas de noche, hasta después del campamento.
—¿Campamento?... ¿Qué campamento?.
Sus hermosos ojos azules parecían entrar en mi, devorando todo a su paso y dejándome sin aliento, por esa razón me sentía mareada, por que no estaba respirando.
—Solo es una recomendación, como vecinos—dijo y regresó la vista al frente.
……….
—¿Un campamento?.
—Lo lamento, debí de informarte antes, no pensé que fuera la gran cosa, verás…, cada inicio de semestre los maestros llevan a los alumnos a un campamento de dos días, es algo bueno para los jóvenes, en especial aquí, vivimos en medio de un bosque, es bueno que todos sepan de supervivencia— dijo mi tía mientras servía comida en un plato frente a mi.
—Pero yo estoy en la universidad, ¿Eso también aplica para mí?.
—Si… Bueno, no, y si…, es solo para los alumnos de secundaria y preparatoria, pero los universitarios van como ayudantes de los maestros.
Yo resoplé y me dejé caer en el respaldo de la silla.
—No te pongas así, es algo bueno para ti.
—Soy muy mala estando en la naturaleza, hay algún modo de no ir.
—Tendrás que preguntarle al director.
«No, ni hablar», pensé, quería mantenerme lo más lejos posible de él, en especial después de que…, de que me dio un beso en la mejilla antes de que me bajara de su auto, tal vez no era para tanto, pero era muy extraño.
No quería estar envuelta en rumores raros, y había algo que no me daba buena espina con él.
De nuevo esa noche tuve un montón de pesadillas, en mis sueños algo me perseguía, y de algún modo me alcanzaba, sentía dolor, y despertaba una y otra vez sin poder dormir del todo.
A la mañana siguiente.
Mi mirada estaba fija en aquella bicicleta y trataba de entender, ¿Cómo es que funcionaba?, no estaba muy segura, así que simplemente me la llevé rodando, no me subí en ella, no sabía cómo usarla, así que subirme sería algo estúpido.
¿Que se suponía que debía de decir?, ‘Tía me enseñas a andar en bici’, miré la panadería que estaba en el centro del pueblo y me apresuré a ir ahí, estacioné aquel artefacto, y la aseguré con la cadena rosada que mi tía me dio, entre al local y una campanita anunció mi llegada.
Una mujer me miró y sonrió alegremente.
—Buenos días, bienvenida.
—Buenos días…. Me preguntaba si, ¿Si puedo dejar mi bicicleta afuera?.
La mujer miró hacia afuera y asintió. —Él estacionamiento es solo para clientes.
Yo entendí, así que compré dos pastelitos y dos leches de chocolate.
—Puedes dejarla el tiempo que gustes— dijo la mujer mientras ponía todo en una bolsa de papel.
Le pagué y salí de aquel lugar, mientras caminaba miré hacia el cielo, hoy estaba soleado, inclusive más que ayer, aún no podía sacarme el beso que el señor Alexander me dio, ¿Con que intenciones lo hizo?, ¿Cómo despedida?, ¿Era una acción normal en este lugar?, no tenía idea, y no me quedé a preguntarle, solo tenia que alejarme de él, era mucho mayor que yo.
De pronto el rechinido de un auto me sobresaltó, un auto venía directo hacia a mi, yo cerré los ojos esperando un golpe seguro, pero aquel golpe nunca llegó.
Cuando abrí los ojos miré aquel auto a solo unos centímetros de mi, y a un hombre muy sonriente dentro de él.
Tenía que ser una maldita broma.
Alexander bajó del auto y se quitó las gafas de sol que estaba usando, —Sube—ordenó.
—No gracias, caminaré.
—Entonces te atropellaré enserio, sube, no volveré a repetirlo.
—Carajo—susurré para mi. ¿Qué le pasaba al tipo?, ¿Por qué actuaba tan raro?.
—No digas palabrotas —dijo él y sonrió, volvió a ponerse sus gafas y subió al auto.
¿Cómo me había escuchado?, debía de tener un excelente oído, no le di más vueltas al asunto y solo caminé en dirección al auto, abrí la puerta y subí en el.
—Escuche señor Galloway, se que solo quiere ser amable, pero… no deberíamos de llegar juntos—dije tratando de que mi voz no se quebrara por mis nervios.
—¿Entonces que deberíamos de hacer? —preguntó él y me observó detenidamente, yo froté mis manos y me sentí confundida.
—¿Qué deberíamos de hacer con qué?.
—Sabes…, no creí encontrarte, en realidad, ni siquiera pensaba buscarte, porque…, bueno, ¿Para que haría algo así?, pero ahora, no puedo dejar de pensar en tu sabor.
—¿Mi sabor?... No se de que habla, es obvio que no hablamos de lo mismo, pero será mejor mantener nuestra distancia, usted tiene una reputación que cuidar y yo tengo un futuro al que no quiero sumarle mas problemas…
Él empezó a reírse, una risa que erizaba hasta el último bello en mi cuerpo, —¿Mantener distancia?, hagamos algo… —dijo y se quitó el cinturón de seguridad, se inclinó hacia a mi y sus ojos se clavaron en los míos, —Si te resistes, entonces me mantendré alejado, pero si me besas, bueno, esa será otra historia.
—¿Si te beso…? —mi mirada fue de sus ojos a sus labios, él estaba tan cerca y casi sentía que podía tocarlo, algo en mí despertó, tomando el control de mi mente, quería resistirme, alejarlo y salir corriendo de aquel auto, pero sus labios se curvaron de un modo muy sensual, su aroma me inundaba y me hacía sentir ultrajada, no pude evitarlo,
Lo sujeté de su abrigo y lo jalé hacia a mi, mis labios tocaron los de él, no podía creer lo que estaba haciendo, pero… no podía detenerme, mi corazón empezó a latir tan fuerte, sentí mi rostro arder, y mis manos empezaban a transpirar, mi lengua tocó la de Alexander, y de pronto escuché un quejido por su parte, se alejó con brusquedad y salió del auto, casi parecía que no podía respirar,
‘¿Qué mierda acababa de pasar?’.
Bajé del auto y casi puedo jurar que vi sus ojos de un color rojo intenso, pero al tratar de confirmarlo él se alejó,
—Lo lamento, no quería… yo no quería besarte —dije, él no respondió, —Mejor me voy—continúe y casi corrí, lejos de él, por suerte no me siguió en su auto, llegué a la universidad en una sola pieza, pero con restos de mi dejados por todo el camino, los labios me ardían y me cosquillaban recordándome lo que había pasado,
—¡Hey West!.
Yo voltee y miré a Been, traté de sonreír y me detuve para esperarlo, —Buenos días.
—Hola, te sientes bien, ¿Te ves un poco pálida?—dijo Been.
—Si… estoy bien—respondí y me acomodé la mochila en la espalda, entonces vi que el auto del director se acercaba.
—Tiene un buen auto, ¿No?.
Yo miré a Been y asentí, —Si, es lindo — respondí.
—¿Hablamos del director o del auto?.
—Del auto —respondí como si fuera obvio.
—Lo siento, es qué, aquí todas se mueren por él, es guapo y eso, pero… es raro .
Yo miré en dirección al director y sentí un escalofrío al verlo quitarse las gafas oscuras, el sol lo golpeaba, y eso hacía que su piel se viera aún más blanca, ¿Cómo pude besarlo?, me di de golpes mentales y respiré hondo.
—Además él, sale con la maestra de química.
—Oh, entonces…¿Tiene pareja? — Pregunté mas sorprendida de lo que quería sonar.
—Si, todos lo saben.
Yo solo asentí y me sentí aún más estúpida, definitivamente tenía que alejarme, si o si,
Entré junto con Been al edificio y él me acompañó a mi casillero, —¿Por cierto, en que año estás?—Pregunté.
—Estoy en el último año de preparatoria.
—Ah, genial, ¿Y estudiarás aquí la universidad?.
—Quería ir a otro lugar, pero… no tengo las posibilidades económicas, así que… si, supongo que si, no es tan malo creo, mi hermano se graduó de esta universidad y consiguió trabajo como consultor financiero en una empresa de alto nivel, si él puede… cualquiera puede.
—Cierto.
—¿Irás al campamento?.
—Si, supongo que si—dije sin mucha ilusión.
—Tranquila, será divertido, los maestros nunca están, es como ir a una fiesta, beber, fumar, drogarse y s*x*o, a nadie parece importarle y los padres creen que aprendemos a hacer fogatas.
—¿Cómo que los maestros nunca están?.
—Si, siempre se van, es muy raro, pero a nadie le importa, por eso los llevan a ustedes, para que nos “cuiden”— Dijo Been mientras hacía unas comillas con sus dedos.
Vaya, eso si que era interesante.