Nery gemía con cada envestida dada por aquel hombre, se aferraba al escritorio con ambas manos y lo miraba directo a los ojos, era fabuloso, se abrazó a él y gritó con fuerza mientras que él empujaba duro contra ella. Después de un rato todo quedo tranquilo…Nery se acomodaba la ropa, estaba toda mojada de ahí abajo, pero no importaba, se bañaría apenas entrara a su habitación, Hiro también se acomodó sus prendas, se sentó en su escritorio y sacó un cigarro, aunque no lo encendió de inmediato, por respeto a la joven chica. —¿No tienes nada que decirme?—preguntó él. Ella lo miró y formó un surco entre sus cejas. —No. —Esta bien, ve a dormir. —Si señor. —¿Quieres volver a tu país?—Preguntó él de repente. Ella lo pensó. —Es lo mejor, creo. —Dame tiempo y buscaré una niñera confiable