La mirada de Nery estaba puesta en aquel caballero que se echaba unas gotas en los ojos. La habían llevado a aquella enorme mansión, pero esta vez no fue para cuidar de Aiko, esta vez había sido llevada por la mera diversión de Hiro.
—Hay tres cosas que odio con todo mi ser—dijo él mientras cerraba y abría los ojos.
—No me importa.
—La primera, son los soplones, la segunda…
—He dicho que no me importa, ¿Cree que quiero que me involucren con un pandillero como usted, ¿No esta ya un poco grande para andar en una pandilla?.
Hiro soltó una carcajada y se sentó en un sillón, mientras que Nery estaba sentada en la cama, con las manos y los pies amarrados.
—¿Pandillero?, me han llamado de muchas formas, pero pandillero…me ofendes, ¿Por qué dices que no quieres que te relacionen conmigo?.
Nery desvió la mirada y negó. —No voy a decir nada.
—¿Estas segura de eso?, hace rato te veías muy asustada, pero ahora, creo que tienes mucha confianza en que no voy hacerte nada.
—Si va a hacer algo, hágalo de una vez.
—¿Cuál es la prisa?.
—Entonces déjeme ir.
Hiro se puso de pie y empezó a desabotonarse la camisa. Nery abrió los ojos y abrió la boca.—¿Qué hace?.
—No dijiste que me apurara.
—No…pe-pero…yo pensé que iba a torturarme o algo parecido, no quiero ser abusada.
—Eres demasiado ingenua.
—No se supone que los asiáticos son muy…reservados.
—¿Oh, y por eso no nos gusta el sexo*?.
—¿Qué es lo que quiere?—preguntó Nery mas dispuesta a hablar y menos a desafiarlo.
Hiro sonrió y dejó al descubierto su pecho y su abdomen tatuados, Nery trataba de no verlo fijamente, pero eso era muy difícil, era como un imán, y su mirada se quedaba trabada en su perfecto cuerpo.
—¿Por qué no viniste a trabajar?.
—Pues por qué …porque dos agentes de la Interpol vinieron a verme a la universidad.
—¿Y que dijeron?.
—Me preguntaron que como llegué con usted.
—¿Y tu respuesta fue?.
—Que no sabía, que solo me marcaron.
—No mientas.
—No lo hago—afirmó ella.
—¿Qué más?.
Nery tragó saliva al verlo irse a servir un trago, tenia un trasero fenomenal, el hombre era un banquete de lujuria, tenía de todo un poco y todo se veía…delici…
—Contesta—ordenó él un poco enojado.
—Dijeron que usted era una mala persona, y eso fue todo, me dejaron ir, no quiero involucrarme en sus cosas, ¿De acuerdo?, ahora por favor déjeme ir, no diré nada.
—Aun necesito una niñera.
—Yo no puedo.
—Sabes que es lo mas gracioso, le caíste muy bien a mi hija y yo soy muy malo negándole cosas a ella.
—No soy un objeto.
—Lo eres para mi.
Nery se mordió la lengua para no decir aquella palabrota que estaba a punto de salir de su boca.
—Necesito que cuides de mi hija, por un mes.
—No puedo perder un mes en la universidad.
—No hay problema con eso, yo me encargaré de darte el permiso— dijo Hiro para después beber todo el licor que se sirvió en aquel vaso de vidrio.
—Señor Okada, por favor.
—Un mes, ya lo he dicho, no me cuestiones, míralo como unas vacaciones.
Nery bufó. —¿Y después me dejara libre?.
—Tan libre como un pájaro — dijo y sonrió por aquel chiste personal. — Tengo cosas que atender justo ahora, por eso te busqué en primer lugar, no fue solo por gusto.
—¿Por qué no deja a Aiko aquí y usted vaya y atienda sus asuntos?.
—¿Me crees estúpido?, en Japón tengo una casa de seguridad, Aiko no va a estar mejor en ningún otro lado, aun no termino mis asuntos aquí, las llevaré ahí, y yo voy a volver, así me aseguro de que no saldrás huyendo junto con mi hija, y si lo haces te encontraré antes de que puedas dar dos pasos.
—Solo decía—murmuró Nery mientras se encogía en hombros, el hombre daba miedo.
Hiro se acercó a ella y la sujetó del mentón con su dedo indicé, alzó su rostro en su dirección y miró sus labios carnosos.
—No hagas nada estúpido, o en serio voy a arruinarte, dejemos de jugar, ¿De acuerdo?.
Nery asintió con lentitud y cerró los ojos cuando él se acercó, por un momento creyó que él iba a besarla, pero él solo se acercó a quitarle la cinta de las muñecas, le quitó la de los pies y ella se sobó.
—Muy bien, compórtate y yo también lo haré, pórtate mal y dejaré de ser amable.
Ella estaba segura de que él hablaba muy enserio, algo le decía que solo había tenido suerte y no quería seguir tentando al destino, solo un mes, unas vacaciones, si, solo era eso, unas vacaciones que ella nunca pidió.
—Señor…
—¿Qué?.
—Esta no es la vida que Aiko deba de llevar es…
—No estoy pidiendo tu opinión.
Nery guardó silencio y bajó la mirada.
—Ahora vete, el vuelo sale en dos horas.
Ella salió de aquella habitación y ahí estaba Yamato, recargado en la pared mirando el techo, bajó la mirada hacia Nery y sonrió.
—Sígueme— ordenó.
Nery lo siguió hasta una habitación y miró todo a su alrededor.
—Quédate aquí.
Yamato cerró la puerta y miró a uno de sus hombres. —Que no salga— ordenó.
Caminó hasta la habitación de su jefe y tocó a la puerta.
—Adelante.
Al entrar, Hiro estaba recostado en su sofá sujetando un vaso con licor y fumando un cigarro.
—¿Qué quieres que haga con la chica?.
—La llevaremos a casa, se quedará ahí cuidando de mi hija.
—¿Y luego?.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Hiro. —Sera para mi uso personal, así que dile a todos que no la toquen.
—Muy bien.
—La policía nos está siguiendo los pasos, hay que tener cuidado y terminar lo antes posible.
—Entendido.
Mientras tanto Nery se sentía muy tonta, se acercó a la ventana, pero estaba muy alto, no quería ir a Japón, no quería dejar sus cosas solo por que un mafioso se lo ordenaba.
A pesar de todo, tuvo que subir a una camioneta negra por voluntad propia, camioneta donde subió Hiro con Aiko en brazos, la niña iba dormida, Nery guardaba la posibilidad de que al llegar al aeropuerto pudiera pedir ayuda.
Pero esa posibilidad se desvaneció al ver que iban a tomar un jet privado, no tuvieron que pasar por seguridad, ni siquiera tuvieron que mostrar sus documentos o algo parecido.
Lo único que revisaron fue el equipaje que llevaban, pero de ahí en fuera, no revisaron nada mas.
Nery no hizo mas que sentarse en un lugar vació y mirar por la ventanilla, ahora su destino era impredecible, tal vez terminaría siendo vendida o abandonada en una ciudad donde nadie le entendería.
Sintió que alguien se sentó a su lado y no se sorprendió de ver al señor Okada.
—Te tengo una propuesta más—Mencionó él sin verla directamente.
—¿Qué?.
El giró un poco la cabeza y clavó su mirada en sus ojos, eso hizo que a Nery se le fuera el aire.
—¿No quieres cuidar de mi también?.
Unas risas se escucharon en los asientos detrás de ellos, Nery volteo a ver a dos de los hombres que iban acompañando al señor Okada, a él no parecía importarle nada, mantenía su sonrisa descarada y esa postura llena de superioridad.
—¿Disculpe?.
—También soy como un niño, necesito con quien jugar y quien me cuide, puedo pagarte doble.
Nery infló sus mejillas llena de coraje y vergüenza, sin pensarlo mucho le dio una bofetada y rápidamente uno de sus hombres se acercó y sacó una navaja plateada y brillante.
Hiro solo levantó una mano deteniéndolo de clavar aquella navaja en la garganta de Nery.
La chica se asustó y respiró con fuerza, mientras que Hiro mantenía los ojos cerrados tratando de apaciguar el ardor en su mejilla, la chica pegaba duro.
—No voy a ser su puta— dijo Nery con voz temblorosa.
Hiro abrió los ojos y la miró. No se veía enojado, mas bien parecía divertido. —Si algo he aprendido, es que nunca, debes de decir nunca, será por gusto o por cansancio, pero al final será.— Terminó de decir para después levantarse e ir a sentarse en otro lugar.
Mientras que Nery temblaba, ¿Eso que era?, ¿Una advertencia?, parecía que si.