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985 Palabras
—¿Una pesadilla?— pregunta con una voz suave —Hablaste mucho mientras dormías, ¿Quieres contarme? Quiere hacerme creer que todo fue un sueño. No soy tonta, no me verá la cara de tonta. —Sabes perfectamente que no fue un sueño— suelto —Y tengo muchas preguntas qué hacerte. —No sé de qué hablas cariño— dice con rostro confundido. ¿De verdad no lo sabe?. No pudo ser un sueño. Todo era muy real; todo se sentía muy real. —Vinieron unas jóvenes a darte la noticia de tu beca y te emocionaste tanto que te desmayaste— me dice mi madre confundiéndome aún más. —¿Cuál beca?— pregunto mientras me levanto de mi cama. —La beca que te ganaste para ir a la mejor universidad del país, ¿No lo recuerdas cariño? Yo miro a mamá de arriba a abajo desconcertada. No recuerdo haber metido papeles para ganarme una beca. Mis notas son buenas, casi excelentes, pero no me gusta sentirme presionada. Esa es la razón por la cual nunca metí papeles para ganarme una beca, mucho menos para la mejor del país. Aún que... —Sí mamá, ya recuerdo, no debemos hacer esperar más a las jóvenes— si le sigo la corriente, podré desenmascarar esto poco a poco. No pudo ser un sueño. Salimos de mi habitación y en el sofá estaban sentadas dichas jóvenes. Increíblemente las dos jóvenes son demasiado parecidas a las musas que vi antes de despertar de ese "sueño". Seguiré haciéndoles creer que me comí su mentira del "sueño". Una de ellas me preguntó que si ya me sentía mejor. Yo acerté con la cabeza. Me senté y les pregunté todo acerca de la beca. Ellas respondieron todas mis preguntas sin decir nada extraño. Haciéndome dudar más de que si en verdad fue un sueño o no. Los sueños no duran tanto. Yo no pude estar desmayada por tanto tiempo. ¡ESTOY TAN CONFUNDIDA! —¿Mañana te gradúas cierto?— pregunta una de las jóvenes. —Sí, en la noche— responde mi mamá por mi —De hecho, hoy cumple sus dieciocho años. —Vaya, ¡Muchas felicidades!— exclaman —Suponemos que debes de estar muy feliz. –Más que feliz, estoy intrigada— suelto —pueden pasar muchas cosas al cumplir dieciocho años. —Tienes razón— dice mamá. Me despido de las jóvenes y voy hacia mi cuarto. Al llegar tomo mi celular que estaba encima de mi mesita de noche. Habían más de 100 notificaciones de mi i********:; todas eran deseándome un feliz cumpleaños. Bajo la barra y me encuentro con dos notificaciones de Cristian; mi exnovio. Un momento... ¡Cristian! Si lo busco y lo interrogo, podré caer en cuenta que la bola de cristal es verdadera. Lo que vi es verdadero. En el momento que abro la puerta para salir, mi mamá me pregunta a donde voy. —Donde mi novio— respondo. —Ya el sol se está ocultando, es muy peligroso que vayas sola de noche— advierte. La casa de Cristian no está tan lejos de aquí, pero esa calle es peligrosa de noche. Aún así estar tan confundida me está matando. Me siento en el sofá y sigo bajando las barras de notificaciones. Eran demasiadas y seguían llegando más. No se de donde conozco a tanta gente. Tampoco quiero llamar a Cristian, le sería fácil mentirme por ahí y no podría estudiar sus gestos, de frente se me haría más fácil intimidarlo; pero si lo que vi es cierto, entonces él me ha estado mintiendo a la cara todo este tiempo. Y si solo es un sueño, es una señal de que me está siendo infiel. Asqueroso. Sentía algo en el bolsillo de mi pantalón. Lo saco y era un espejo de mano dorado. Le doy la vuelta y escrito tenía el nombre de Ingrid. En ese momento me di cuenta que no era un sueño. Mi madre si me estaba mintiendo y todo fue real. Incluyendo lo de Cristian y lo último que me dijo la musa. No soy una semidiosa. —Cariño, ven a comer— ordena mamá mientras lleva los platos al comedor. Yo obedezco y me siento. La verdad no tenía hambre, me sentía deprimida y por alguna razón estos espaguetis con albóndigas me hacían sentir peor. Las albóndigas se asemejan a unos ojos y el espagueti estaba en línea curva asemejando una boca triste. Los fideos estaban igual de deprimidos como yo. —¿Qué pasa linda?— pregunta mamá Suelto mi tenedor y me dirijo a ella diciendo: —Tuve un sueño en el que me llevaron al Olimpo para enfrentarme a unos "Titanes". Hice amistades ahí, también consumí hongos alucinógenos y rompí una bola de cristal enorme. Al principio fue extraño... muy extraño, pero me acostumbré a ese lugar y me sentía tan bien que ahora me siento tan, pero tan mal; por abrir mis ojos y despertar en mi vida tan deprimente—. Mamá me mira con ojos tristes. Yo miro hacia el techo y respiro hondo intentando retener las lagrimas —Querías engañarme más de lo que me has engañado toda mi vida, pero aún así pertenezco más a este mundo que al otro. Así que termina tu trabajo y hazme olvidar todo. Ella se levanta del comedor con los ojos llorosos y se acerca a mi. —¿Estas segura de lo que quieres que te haga?— pregunta. —Prefiero olvidarme de todo, que verte todos los días y pensar en lo mentirosa que eres— le afrento. —Una madre es capaz de hacer todo por el bien de sus hijos, así sea tenerlos engañados— Dice esto último y pone su mano en mi cabeza diciendo unas palabras raras. Quita su mano y solo sentí el golpe de mi cabeza contra la mesa.
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