León
— ¡Corre! – le grito, Pepe sigue aturdido, después comienza a correr
El Tacubayo me dispara, me levanto esquivándolo, corro por los pasillos en llamas, llego llegar a las celdas de castigo, conozco muy bien este lugar, me escondo en un rincón para que no me vea, escucho sus pasos muy cerca, y pienso en ella, daría lo que fuera por ver sus hermosos ojos una vez mas
— Sal, marica, vamos a pelear como hombres – me grita el Tacubayo mientras preparo la pistola que le robe al guardia
— ¿Sabes qué?, cuando salga de aquí, pienso ir a buscar a tu mujercita, creo que me puedo divertir con ella, hace mucho que no tengo a una buena hembra en mi cama y la tuya parece ser muy buena – dice con lujuria y siento como la sangre me hierve, le disparo y se cubre con una pared, él también dispara, me
