POV: Demian.
¡No, no puede ser! ¡Maldita sea, no puede ser!
Mis ojos se empañan mientras asimilo la imagen que llena la pantalla de mi celular. No quiero creer, entender en realidad, que sí es Chelsea la mujer toda golpeada que se observa detrás del fino cristal. Mi mujer, la que juré proteger con mi vida y que ahora se ve rota, más que destrozada.
—¡Maldito desgraciado de mierda! —grito, desesperado y enfurecido a partes iguales—. ¿¡Cómo se atrevió a tanto!?
Sostengo con fuerza el teléfono, porque el temblor de mis manos está a un nivel que nunca antes he experimentado. La mezcla de impotencia con la rabia que siento quemar mis entrañas, me vuelven una bomba de tiempo y a punto de explotar. Si pudiera, haría trizas el maldito plástico con mis propias manos; siento como si me faltara e
