Día 1:
El reloj marcaba las 4:12 a.m. cuando el alba de la mañana comenzó a vislumbrarse y la noticia llegó a mí.
— Ya se ha ido— Me informó Becher sentándose a mi lado.
No quería verlo irse sin mí, sabía que no hubiera dejado que lo hiciera, supongo que por eso ninguno trato de despedirse, era un mutuo acuerdo sin necesidad de palabras que lo confirmaran.
Ahora solo éramos Christopher y yo viviendo en un hotel lujoso por no sé cuánto tiempo. Hoy era el primer día de tantos sin él, y el instinto de ir tras él, aún permanecía en mí, como si tuviera esa opción, lo cual obviamente, no era así.
¿Realmente tenía alguna opción? Supongo que todas las opciones que tenía se fueron a la basura en el momento que acepte hacer esta locura. Ahora solo me quedaba entrenar, ser fuerte para lograr
