Susan- Entré a su oficina y él estaba sentado brindándose un masaje sobre la sien — Dígame señor Saenz –mi voz reflejaba seguridad aunque por dentro temblaba — Susan dejemos eso ¿sí? –parece molesto, cansado — Estamos trabajando –lo miro y parece estar a punto de perder la paciencia- pero si lo quieres, si tanto deseas hablar aquí no tengo problema –me siento frente a él fingiendo indiferencia — Lamento mucho todo esto Susan — ¿Qué lamentas? ¿Haberme utilizado o que me enterara que estas con otra? –lo interrumpí enojada — Ella y yo no estamos -expresa tajante — Entonces ¿Qué quieres de mí Marcus? — ¡DISCULPARME! ¡MALDITA SEA! –sonreí amargamente conteniendo las lágrimas- — Sólo aléjate de mí y ya no digas nada más –limpié una estúpida lágrima de mi rostro- olvida to

