— Hijo, sé que quieres contarle a mami y a todos que me encontraste seguramente, ¿no? — él asintió. — Bien, pero sólo cuéntale a mami por ahora, no le digas nada a Richard, ¿sí? — Está bien pero, ¿por qué? — Porque así me ayudas a que mami esté conmigo de nuevo, ¿está bien? — ¡Sí! — ¡Alexander! — entró Zoey de repente y se quedó paralizada al vernos juntos. — Aquí…aquí estás. — ¡Mami! ¡Mami! — mi pequeño salió de mis brazos y corrió a los de su madre. — ¡Mira! ¡Encontré a mi papi! — ¿Qué? ¿Qué estás diciendo, Alexander? — ella me miró y juro que vi al demonio en sus ojos. — ¿Qué le dijiste? — Hola, Zoey, es un placer verte de nuevo. Carajo, se miraba preciosa enojada. — Mami… ¿Por qué estás enojada? — ¡No me vuelvas a hacer eso, Alexander! ¡Estaba tan preocupada! — lo abrazó y