— ¿En serio? — Volvió a repetir a la espalda de Valeria. — Como que te gusta salir de noche… — ¿A ti no? — Se giró. Adrián no podía no pensar en la silueta de Valeria, a pesar de que ella ahora estuviese cubierta hasta el cuello. — ¿Adrián? — Suelo dormir de noche. — Valeria rio y otra vez se quedó hechizado. — Bueno, esto te va a encantar. — Comentó Valeria subiéndose a la baranda del balcón. — Ven. — Le tendió la mano. Para la poca suerte de Valeria o, tal vez de Adrián, el lobo no le tenía agrado a las alturas, sobre todo lugares dónde estuviese expuesto a caer al vacío. Valeria le hizo un gesto para que aceptara su mano, pero él siguió viendo sin saber qué hacer, querer subir con ella y no atreverse, era un dilema que debía solucionar. — No creo que sea bue