Raquel estaba nerviosa porque no entendía bien lo que debía hacer o, mejor dicho, no sabía cómo ser una distracción. — ¿Puedes explicarme nuevamente? — Valeria le sonrió ampliamente. — Verás, — se llevó a Carmen lejos de Raquel— venimos por un objeto que podría ser útil para Adrián, pero mi cuñada suele ser muy perspicaz— se acercó a ella a manera de contarle un secreto— puede ver cosas de mis padres. — Carmen iba encontrándole sentido. — Necesito que la distraigas, ¿puedes hacer eso por mí? — No soy una niñera. — Valeria le hizo ojitos como recordándole que sí bien no había sido su niñera, se había conocido el tiempo suficiente para decir que compartieron la infancia juntas. — Es en serio. — Solo deja que tu hermana y ella se conozcan, van a distraerse juntas. — Ca