Michael entró al restaurante donde esperaba ver a Sasha según su mensaje de texto. Escaneó la habitación y la vio sentada y bebiendo un vaso de lo que parecía ser Robert Mondavi, sonrió y se acercó a ella. -Disculpe señora, ¿puedo acompañarla? - Ella lo miró y sonrió -Lo siento, pero estoy esperando a alguien-. -¿Es así, podría ser tu esposo?- -No, solo un idiota que quiere almorzar conmigo- sonrió. Michael puso una mano en su pecho, fingiendo dolor. -Estoy seguro de que si le das tiempo, descubrirás que no es un idiota-. -Oh, en serio, debes ser un buen samaritano si estás hablando bien de él sin siquiera conocerlo- se puso la mano debajo de la barbilla y lo miró fijamente, con una sonrisa jugando en sus labios. Michael no pudo evitar notar lo angelical que se veía con su blusa blan