XXXIII. Él, simplemente él.

879 Palabras

  Romy se encontraba frente a mí, estaba temblando en ese momento, me había quedado sin aire. —Ro-Romy… —dije asustada, cuando por fin las palabras salieron de mis labios. El Romy que había visto aquel día, no era el mismo que estaba frente a mí, se le veía tan flaco, ropa desgastada, mal olor, grandes ojeras, ojos rojos… Él no era para nada, aquel chico que había visto aquel día. —¡Muñeca! ¡por fin despiertas! —celebra alegre. —¿Romy que haces aquí?  —Te quería ver amor mío —Romy se acerca a mí, las manos le tiemblan y toma mis mejillas—, Te extrañé muchísimo… Intente mantener la calma, por mis bebes más que todo... En ese momento Romy, pone su cabeza en mi cuello, no podía dejar de temblar en ese momento del susto, él se aleja rápidamente de mí, y para mi sorpresa me propicia un

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