Corro a la habitación y Jorge viene tras de mí, abro el armario buscando mi perfume, pero lo encuentro igual a como lo dejé antes de salir. —¡¿Quién es?! — grité mirando a Jorge y no pude controlar las lágrimas que empezaron a fluir como una cascada por mi cara. Sentía una presión horrible en el pecho y me faltaba el aire. En mi vida solo había tenido dos ataques de pánico, el primero, cuando desperté en el hospital y me enteré de la muerte de mis padres y el segundo cuando volví a la casa después del funeral de mi abuela… ahora volvía a tener esa horrible sensación en la que todo mi interior se concentra en el centro de mi cuerpo y quiere abandonarme cortándome a la mitad. Jorge me mira angustiado, me alza y acuesta sobre la cama, me pongo en posición fetal y él me abraza por la espald