Cenar con sus intensos ojos negros sobre mi es algo extraño, no sé si describirlo como incomodo, estresante, o encantador. Levanto un poco mi mirada encontrándome con la suya y me sonríe —sabes… me incomodas un poco— le informo finalmente y rio nerviosa. —¿Por qué? — me pregunta como si estuviera loca. —Porque es incómodo que te miren tanto mientras cenas— explico y ahora es él quien ríe. Él se inclina un poco hacia la mesa y la distancia es mucho menor —no te incomodaba que te viera desnuda en mi cama cada mañana, no sabría porque puede incomodarte que te vea mientras cenas. — rebate y aquí estoy yo bebiendo otro sorbo de vino para no ahogarme con la cena. —¿Por qué eres así? — pregunto dejando la copa sobre la mesa y mirándolo fijamente. Él apoya sus codos sobre la mesa y se acer