Salgo furioso de la habitación luego de lo dicho por Massimo. Siento la sangre hervir de enojo, aunque no entiendo el por qué. Lo dicho por él no debería afectarme como lo está haciendo, pero me jode cuanto lo hace. - Señor... - escucho frente a mi a Julián haciendo que me detenga recordando que a él le ordene encargarse de Maria Paula y también recuerdo el golpe en su hermoso rostro, como los moretones en su brazo. - ¿la tocaste? - pregunto aparentando calma, él me observa curioso. - no quiero repetir la pregunta. - lo veo dar un paso atrás. - Ella no quiso... - responde admitiéndolo algo que le agradezco porque en este momento necesito descargar mi enojo. - Sujétenlo - ordeno a los hombres que sé que están tras de mí, ellos acatan la orden al instante - llévenlo al gimnasio y métanlo