NATALY...
Aun no me lo puedo creer, observo mi entorno y sigo pensando que estoy soñando. Veo a Anker dormido a mi lado mientras vamos en su jet privado rumbo a París. El avión es increíblemente lujoso, dos azafatas nos recibieron y atendieron de la mejor forma, poco después estábamos en el aire.
Le dije a Anker que una de mis fantasías era tener sexo en el baño de un avión y cuando estuvimos a la altura permitida, me tomo de la mano y me llevo al baño de la habitación que hay dentro del avión donde tuvimos una sección de sexo muy intenso. Luego me llevo a la habitación que es donde estamos y tuvimos sexo de nuevo hasta caer agotados.
- ¿en qué piensas? - pregunta abriendo los ojos
- en lo que haré cuando lleguemos a París – miento – no reserve en ningún hotel
- no lo necesitas, tenemos un apartamento en la ciudad y allí nos quedaremos – responde abrazándome – quiero tener mis reglas también
- siempre y cuando no cambien las mías, todo estará bien – lo beso a lo que él sonríe
- quiero que durante este tiempo te quedes conmigo y recibas todo aquello que quiera darte. - me quedo observándolo.
- no quiero que nos vean en público o acompañarte a ningún sitio en el que hayan conocidos tuyos – respondo sonriendo.
No soy tonta, sé que él es alguien importante y con mucho dinero pero es algo que no me importa, tengo mi dinero propio, puede que no sea tanto como el suyo pero si lo suficiente para darme mis lujos.
- está bien – responde poniéndose de pie completamente desnudo, camina hasta su maleta y veo que saca una cajita de terciopelo azul rey, vuelve a la cama acostándose de nuevo conmigo – lo compre esta mañana antes de ir por ti.
Me la entrega y yo al abrirla me sorprendo ante la belleza de la joya. Son cuatro pulseras que juntas forman un hermoso brazalete. Están hechas en oro, diamantes y cuatro esmeraldas. Una de ellas tiene forma de ojo y el iris es una de las esmeraldas, otra tiene forma de mano, o la conocida "mano de dios", las otras dos son sencillas.
- ¿sabes que no es necesario? - pregunto mientras me siento en la cama observándolo dejando de lado la cajita,
- pero yo quiero dártelo – responde tomando las joyas para ayudarme a ponérmelas – esa es mi regla en ese momento tocan la puerta.
- señor Katsaro – habla la azafata del otro lado de la puerta – estamos a una hora de aterrizar – nos informa, nos observamos de forma coqueta para luego ponerlos de pie he ir al baño donde nos damos una ducha muy intensa,
cuando volvemos a la habitación nos vestimos rápidamente. Elijo un pantalón verde militar, una blusa de tiras blanca y tenis del mismo color. No me maquillo y me dejo el cabello suelto. Anker por su parte de viste de forma casual, pero todo de n***o.
Llegamos a medio día ya que solo hay cuatro horas de vuelo y viajamos muy temprano ya que Anker tiene una reunión por la tarde. Al bajarnos del auto veo que hay una camioneta esperando por nosotros. Caminamos hasta esta y Anker me abre la puerta para que entre. Cuando salimos del aeropuerto comienzo a observar la ciudad a lo lejos. Quedo fascinada con lo que voy viendo a medida que el auto se acerca cada vez más la ciudad.
- como sabes, en un rato tengo una reunión – dice Anker observándome - ¿qué te parece si esta noche vamos a la opera? - sonrió ampliamente ya que es algo que siempre he querido hacer.
- me parece genial – digo sonriendo – mientras estoy fuera voy a buscar un vestido. - lo veo sacar su cartera y de ella tomar una tarjeta negra y me la extiende.
- no, ni lo pienses – digo negando con la cabeza – tengo dinero propio
- recuerda, mi regla – responde ladeando la cabeza mientras enarca una ceja.
- está bien, pero yo invito la cena – digo consiente de que no voy a usarla y él me besa - ¿cuánto tiempo estaremos aquí?
- una semana luego iremos a Venecia – responde Anker revisando su celular
- tengo tantos lugares que conocer aquí – digo emocionada y él me sonríe.
Comenzamos hablar de todo lo que voy a conocer en esta ciudad. Escucho atenta sus recomendaciones, hablamos de museos, restaurantes, cafeterías y tiendas. No sé cuánto tiempo pasa hasta que veo el arco del triunfo.
- ¿podemos detenernos un momento? - pregunto observándolo suplicante.
- Anthuan detente – dice sin dejar de verme. Cuando el auto aparca me bajo rápidamente y observo fascinada la magnífica estructura. Todo aquí es tan diferente, hasta el aire huele diferente y eso me encanta.
- es magnífico – digo cuando de repente escucho el sonido de un celular al tomar una foto. Al darme la vuelta lo encuentro con el teléfono en la mano. Me guiña un ojo, pero cuando voy a decirle algo, suena su teléfono, él contesta sonriendo. - idiota – digo frunciendo el ceño.
- preciosa – responde alejándose un poco de mi para atender su llamada. Por mi parte tomo mi celular para poder fotografiar todo lo que veo.
Unos minutos después cuelga su llamada por lo que subimos de nuevo al auto donde el chófer nos guía hasta una muy lujosa zona de la ciudad. Llegamos a un magnífico edificio, el cual no es muy alto, pero si muy hermoso. Bajamos del auto y entramos al edificio, me toma de la mano y me guía por unas escaleras hasta el último piso donde entramos a un precioso apartamento decorado de forma muy francés.
- bienvenida – dice abrazándome por la espalda, caminamos por el apartamento, veo que tiene una vista privilegiada a la torre Eiffel que me deja boquiabierta. - ¿te gusta?
- me encanta – respondo sin salir de mi asombro mientras caminamos a la habitación principal. Ni el mejor hotel de la ciudad se compara con este lugar.
- debo irme – dice mientras comienza a desvestirse – la reunión se adelantó.
- no hay problema –digo sonriendo.
- Anthuan te llevara a donde quieras – dice eligiendo un traje que no había visto traía en la mano.
- no es necesario – respondo y veo como se le oscurece la mirada mientras se acerca a mi dándome un fuerte azote en las nalgas.
- no quiero volver a escuchar esa frase – dice pegándome por completo a su cuerpo, siento que muerde mi cuello – si vuelves hacerlo voy a follarte tan fuerte que me pedirás que pare, además de que me deleitare con tu apetecible culito – siento como mi cuerpo se enciende al escucharlo. Trato de lanzarme sobre él para que tengamos sexo, pero Anker me detiene – nos vemos esta noche – dice sonriendo travieso – no olvides el vestido – me suelta para luego entrar al cuarto de baño dejándome más que deseosa y enojada.