Alexandro Bianchini Asher ingresa a mi oficina después de tres días sin verlo, no regrese a su casa después de aquel día en que Azucena me vio en pelotas, camina hasta su escritorio y se sienta bajo mi atenta mirada. —Buenos días, señor Bianchini, —saluda. —Bienvenido Asher, —no me gusta que él utilice formalismo conmigo, pero es un cabeza dura en ese sentido—¿Estás mejor? —cuestiono. —Sí, —asiento, Donovan ingresa a mi oficina. —Alexandro, —me llama y asiento, gira su rostro hacia Asher y luego me mira a mí—¿Sabes cómo va la investigación? —cuestiona. —Ahora mismo andan detrás de una pista, espero pronto den con su paradero e igual cuando estén por vender las joyas sabremos donde están, —anuncio. —Bien, no dudes en avisarme cualquier nueva información, —pide para luego marcharse,