Los labios de ambos se acoplan de una forma perfecta y sus lenguas empiezan a danzar desesperadas dentro de sus bocas, como si compitieran por cuál de los dos controlaba el momento. Noah aferró a Ale por sus caderas y la pegó contra su cuerpo, que empezaba a reaccionar en una parte específica de su anatomía, que ella sintió presionar en su bajo vientre. Enredó sus delgados dedos en los cortos cabellos de la nuca de Noah y jadeó con fuerza. El aire les faltó y con dificultad se alejaron, mientras intentaban controlar sus respiraciones erráticas. Ale mordió su labio, una acción que estaba desquiciando a Noah, cada vez que la veía, pues dejaba en evidencia ese lado sensual y salvaje que había conocido tenuemente una noche y que anhelaba volver a encontrar. Ale retrocedió dos pasos, pero N