La expresión de Tierra fue apacible al visitar un grupo de islotes, las mujeres que fueron apareciendo a su alrededor tenían largas colas con aletas de múltiples colores y sus cabellos tenían tonos que iban desde el rosa hasta el morado. Una vez que las doscientes cuatro sirenas tuvieron un buen punto de observación, el gran dios del Océano hizo su acto de apertura caminando sobre el agua para mirar a su hermana y sonreír de forma burlona – escuché los rumores y rogaba que fueran verdad – estiró su mano para tocar la mejilla de Tierra y las rocas crecieron para atrapar su muñeca y detener su avance – siempre tan digna. – Tú no me sirves, ni como hombre, ni como dios, es con ellas con quienes quiero hablar – dio la vuelta para mirar a las sirenas que una vez fueron mortales – mi hija corr