Las montañas de Lleledomort son hermosas, antes miraba a través de la ventana del carruaje y pensaba que era un territorio frío y nublado donde jamás brillaba la luz del sol, pero en estas mañanas, cuando el interior de la tienda de campaña se iluminaba y buscaba el borde de la tela para abrir, pude ver la luz del sol sobre el pico de las montañas blancas. Me perdí de muchos detalles por viajar en el interior de un carruaje como los arbustos de camelias, las hortensias de invierno y una hermosa flor de pétalos rojos con el centro amarillo que ni Demián ni yo conocemos. Pasé muchos días caminando en periodos de tiempo de hasta una hora para que el caballo descansara y porque quería caminar y pasar las manos por las ramas de las hojas. Y pese a usar caminos separados, no estuvimos exentos