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No logro pasar dormida toda la noche, por lo que me acomodo mejor en la cama y me pongo a ver algo en la televisión, encontrando un canal infantil en donde están dando la repetición del programa favorito de mi pequeña y así la siento más cerca.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero por la ventana empieza a entrar un poco de la luz del día. Escucho a mi padre removerse en la cama y unos minutos después, llega con sus ojos entrecerrados y cabello despeinado.
—¿No dormiste, hija? —me pregunta al concentrar su mirada en el televisor encendido.
—No pude —contesto y le sonrío, mientras empiezo a palmear el lado de mi cama, para que se siente a mi lado.
—Debes tranquilizarte, Laureen. Si te preocupa tanto el haber venido, nos podemos devolver y dejar esto en el pasado —propo
