Me remuevo en la cama con pereza, los rayos del sol se cuelan por las cortinas y me dan justo en la cara. Me duele horrores las piernas, estas rutinas de sexo vacacional me tienen exhausta. Veo el reloj sobre la mesa que está de mi lado y son las 9:05 de la mañana, aún no logro adaptarme al cambio de horario y eso que ya llevamos cinco días aquí. Por lo visto mi marido tampoco, sigue rendido. Observo su cabello n***o despeinado y su espalda musculosa, está acostado de lado, arropado hasta la cintura y se ve tan provocador, que si no fuera por lo dolorida que estoy ya estaría buscándolo. París se ha convertido en mi lugar favorito, desde sus paisajes hasta su gente son una maravilla. Si me preguntaran con que palabra definiría este país, yo diría amor; es que todos sus escenarios son tan