Capítulo 22
—¿Por qué Alá requiere que beses el suelo? —pregunta Lissette.
Miro hacia donde se supone que mi compañera de cuarto de trece años ora antes de vestirse pero, como de costumbre, tiene el brazo arrojado alrededor del más joven de los dos perros.
—No lo besamos —digo—. Ponemos nuestra frente en el suelo, para demostrar sumisión a Alá.
—Daed dice que tu dios y el mío son iguales.
—Eso es lo que decía mi padre.
Los ojos de Lissette se estrechan.
—No quiero que tu dios sea el mismo que mi dios — dice—. ¡Tú dios es malo!
—¡Lissette, mamá te dijo que fueras respetuosa! —Anke, que reza obedientemente junto a su cama, la reprende agudamente.
—Tengo trece años —dice Lissette—. Soy lo suficientemente mayor para hacer preguntas.
—No es tu fe lo que estás cuestionando —dice Anke
