Al día siguiente: 26 de octubre Estaba tan cansada que de no ser porque la luz del sol que se asomaba por la ventana pegaba directamente en mi cara, creo que no habría despertado. Miro a mi alrededor algo desorientada y me doy cuenta de que el espacio a mi lado de la cama esta vacío. —¿Mi amor? —lo llamo un poco confundida, pero no escucho respuesta—. ¿Gabriel? —insisto cuando de pronto la puerta de la habitación se abre. —Hermosa, no hagas ruido que la pequeña acaba de volver a quedarse dormida después de que le cambié el pañal y le di su biberón —me pide haciéndome sonreír. —Guau, has resultado ser mejor padre que yo madre —comento divertida. Él se sube a la cama, y me abraza contra él para que nos quedemos aquí acostados un poco más. —No digas eso, solo sabía que estabas cansada y

