CAPÍTULO NOVENTA Y OCHO

1390 Palabras

JOSHUA   Zara jadea y frunzo el ceño, el Sr. Díaz se mueve incómodo en su silla mientras sus ojos se nublan y parece estar recordando esos momentos, la tristeza en su voz es evidente al igual que el arrepentimiento, Zara lo insta a continuar la historia y él le da una pequeña sonrisa triste.   “… No tuve oportunidad, realmente no la tuve, sabía que si no hacía lo que me pedían, me iba a morir y no volvería a ver a mi familia, así que encendí el camión de nuevo y comencé a conducir.   ¿Han oído decir que cuando llueve, llueve a cántaros? Bueno, cuando me había calmado lo suficiente para concentrarme en la tarea que tenía delante: conducir sin importar los ruidos raros que venían de la camioneta, comencé a ver luces en el espejo retrovisor, y pronto comprendí que eran las luces de un c

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