— ¿Qué le dijiste a la maldita? —pregunta, yo niego aún con dolor, como puede hablar así. — ¿Qué crees que le dije? —Pregunto haciendo un gran esfuerzo para hablar, río sarcástica y miro hacia la pared. —Lárgate y déjame en paz, déjame sola. —Le digo —no me siento bien, así que vete. —Eso no va a pasar —dice firme —así que dime ¿Qué le dijiste a la doctora de mierda? —me mira serio y preocupado, se podría decir que está nervioso. —Nada, no le dije nada, ahora lárgate y déjame sola, quiero descansar un rato, así que vete —susurro y se acerca a mí, me duele la entrepierna. —No le dijiste nada —asiento — ¿Por qué? —me pregunta. —No lo hice por ti, si es lo que te estas imaginando —lo miro fría y con odio. —Lo hice por mí, por mi orgullo, no crees que esto es suficiente vergüenza, al meno