Unos secos golpes en la puerta me alarman, y corro hacia ella, abriéndola y dando con un a******o con una bolsa de comida. Le extiendo un billete, y arrebato la comida de sus manos cerrándole la puerta en la cara. ––Puto c***o de los cojones –espeto, y dejo la comida sobre la mesa que se acopla en la cama, dejándosela a Isis delante. –– ¿Quieres? –me pregunta, y señala la bandeja de plástico dónde hay un montón de cosas raras hechas con pescado crudo. ––No, gracias, prefiero comer cosas que estén hechas –me lanzo al sofá y saco el teléfono de mi abrigo para dejarlo sobre la mesa. ––Está delicioso. Anda, pruébalo –insiste. Niego con la cabeza, y acepto la llamada entrante que me llega. Me levanto del sillón llevándome el móvil a la oreja con una mano, y con la otra mando callar a Isis.