simón
Nick todavía no se había despertado, así que sabía que Crystal no le haría nada. También dudaba que ella se le insinuara si él realmente protestaba por sus avances. Estaba psicópata, pero aparentemente todavía creía en el consentimiento. Mi mayor temor era lo que ella podría hacer si él la rechazaba.
No podía creer lo perdido que estaba Nick todavía. Debieron haberle dado suficiente tranquilizante como para sacrificar a un elefante. Me dolió verlo tan indefenso. Y yo estaba indefenso. Un millón de lágrimas más cayeron de mis ojos. Sólo quería ir a casa. Quería a mis hijos.
Estaba seguro de que estaba alucinando cuando la puerta se abrió de golpe y Michael y Rob entraron corriendo. Me di cuenta, con sorprendente claridad, de que, de hecho, caminaban hacia mí con expresión horroriza
