Me despierto por los rayos del sol que penetraban por las cortinas que cubría los grandes ventanales de la habitación, me revuelvo entres las sabanas me sentía tan bien como nunca completa, feliz, en calma, su aroma seguía entres las sabanas, me estremezco era tan exquisito sentí mi vientre bajo cosquillear, una oleada de placer me recorrió de pies a cabeza, mi cuerpo se estremeció ante la idea y recuerdos de la noche anterior, cada vello de mi cuerpo se erizo. Soy sacada abruptamente de mis pensamientos al escuchar la cerradura de la puerta abrirse, dejando ver a una sonriente Elisabeth que me miraba curiosa, joder malditos hombres lobos y sus olfato y jodidos oídos, me cubrí con las sabanas y tapó mi cara ante el evidente rubor que se había implantado en mis mejillas. -Buenos días mi