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1865 Palabras
Brad Dejé de mirar el teléfono para mirar a Stella. Ella llevaba un precioso vestido y me miraba con curiosidad. Me quedé observándola y me pregunté cómo habría sido todo si me hubiera elegido a mí. Supongo que hizo lo mejor. Se acercó y me sonrió. - ¿Me vas a decir ya con quién hablabas? ¿Te funcionó esa aplicación? —     La apuesta que hicimos es estúpida. —     Oh vamos, no seas así. Seguro que has encontrado a alguien interesante. —     No necesito una aplicación para ligar, Ella. Me sonrió a medias - ¿Y bien? —     Sí - suspiré - He encontrado a alguien interesante. —     ¿Cómo se llama? —     Scarlett, vive en Pennsylvania. —     Mmmm... un poco lejos. Aunque no creo que la distancia sea un impedimento a la hora de amar. - la miré. - ¿Qué edad tiene? —     22. Está estudiando organización de  eventos. - Stella me miró. - Imagino que quieres que te enseñe una foto. Stella asintió y puse la foto de perfil de Scatlett. Miré a Stella y sonrió. —     Es guapa, aunque no se le ve mucho. - Junté mis labios en una fina línea y guardé el móvil en mi bolsillo. - ¿Por qué esa mueca? —     No quiero encariñarme con ella.  —     Ya estas encariñado con ella. ¿Temes enamorarte? - asentí - ¿Por qué? —     ¿Estás preparada para casarte? - le cambié de tema.  Recibí un puñetazo en mi hombro de su parte - No me cambies de tema. No voy a casarme. Esto es solo una estúpida fiesta para la pedida de mano. No estoy preparada para casarme.  Le sonreí. - No quiero enamorarme porque no sé si todo llegará a algún lado.  —     Ya verás que sí - apretó mi brazo y escuchamos su nombre. Ambos miramos hacia la puerta para ver a su hermano. - Venga, ven a bailar.      Bebí, mucho. Cuando conseguí llegar a mi habitación, me quité los zapatos, abrí los botones de mi camiseta y me tumbé en la cama. Cerré los ojos no pudiendo sacar de mi cabeza a Scarlett. Cogí el móvil y abrí su conversación. Eran las cuatro de la mañana, pero no me importó.  "¿Estás despierta?" - le escribí.  Me levanté y puse una mano en mi cabeza cuando me mareé. Me quité la  camisa, dejándola en el suelo, y lo mismo hice con mis pantalones. Me tumbé en la cama y cogí de nuevo el teléfono. Sonreí cuando vi que me había contestado.  "Sí, estaba leyendo" - lo leí sin dejar de sonreír.  "Que extraño. ¿Qué leías?" "Cincuenta sombras" Sonreí. "Mmmmm... ¿Cogiendo ideas?" "¿Cómo lo has sabido? Las estoy apuntando todas." "¿Alguna que te gustaría hacer conmigo?" - Lamí mis labios antes de enviarlo.  Esperé impaciente a que ella contestara, mordiendo mi labio inferior.  "Sí, alguna he apuntado..."  "¿Puedo saber cuál?" "¿Y que no sea sorpresa? Ni hablar." - Reí.  "Vamos, no seas mala" "Primer libro, página 186" "¿Me vas a hacer buscarlo?" "Si lo quieres saber..." Y allí estaba yo, borracho, buscando poder leer el libro gratuitamente en pdf. Bendito google. Me apresuré a buscar la página.  Por favor, fóllame, Christian. Alza las cejas deslizando la mano arriba y abajo por su impresionante m*****o. —     ¿Una broma? —me pregunta en voz amenazadoramente baja.  —     Sí. Por favor, Christian —le ruego. —     ¿Y ahora te ríes?  —     No —gimoteo.  La tensión s****l está a punto de hacerme estallar. Me mira un momento, evaluando mi deseo, y de pronto me agarra y me da la vuelta. Me pilla por sorpresa, y como tengo las manos atadas, tengo que apoyarme en los codos. Me empuja las rodillas para alzarme el trasero y me da un fuerte azote. Antes de que pueda reaccionar, me penetra. Grito, por el azote y por su repentina embestida, y me corro inmediatamente, me desmorono debajo de él, que sigue embistiéndome exquisitamente. No se detiene. Estoy destrozada. No puedo más... y él empuja una y otra vez... y siento que vuelve a inundarme otra vez... no puede ser... no...  —Vamos, Anastasia, otra vez —ruge entre dientes.  Y por increíble que parezca, mi cuerpo responde, se convulsiona y vuelvo a alcanzar el clímax gritando su nombre. Me rompo de nuevo en mil pedazos y Christian se para, se deja ir por fin y se libera en silencio. Cae encima de mí jadeando.   Y me imaginé la situación. "Eso es caliente, Scarlett."  "Si..." Mi corazón con fuerza y solo por ella. "Te quiero, lo sabes, ¿no?" - envié.  Sí, la quería. Llevaba más de medio año hablando con ella y sentía amor por esa chica a pesar de hablar solo por teléfono, y a veces no era suficiente. Me gustaba hablar con ella, llamarla y escuchar el sonido de su voz, su risa y saber que quizás se estaba sonrojando por hablar algún que otro tema pervertido conmigo.  Esperé impaciente hasta que ella contestó. "Lo sé" Fruncí el ceño y salí de la aplicación.  No tardé en buscar en llamadas recientes su número y llamarla. Esperé a que me cogiera el teléfono y me incorporé en la cama, sentándome en el borde.  —     ¿Brad? —     Dí que me quieres. Sé que lo haces.  —     Yo también te quiero - dijo al fin.  —     Ven a verme a Ohio.  Ella suspiró al otro lado de la línea - Ojalá pudiera. Sabes que no puedo pagarme el viaje.  —     Compraré un billate para Pennsylvania cuando pueda.  —     Brad... - otro suspiro. - No hagas una locura.  —     Quiero verte.  —     Y yo.  —     No lo parece, Scarlett - pasé una mano por mi rostro. —     Brad - susurró. - Sabes que iré a verte cuando pueda, lo prometo.  Pensé en todas las fotos que me había mandado. - Scarlett, ¿Eres tú la de las fotos que me envías? Ella se quedó callada al otro lado de la línea - Claro que soy yo.  —     ¿Y por qué nunca muestras tu rostro? - El silencio volvió. —     Porque no.  —     Esa no es una respuesta válida. No sé si estás utilizando la— —     Claro Brad. He puesto una foto de perfil de otra chica donde todo el mundo puede ver que no soy yo, y mi i********: y f*******:, todo falso. Ah, mis amigos también lo son. En realidad son modelos australianos. Tengo que colgar, es tarde.  Colgó, y me dejó más frustrado de lo que estaba antes.  Debido a eso, mi humor había caído. Me pasaba la mayoría del tiempo en el gimnasio, levantando pesas y haciendo flexiones. ¿Por qué había tenido que gustarme? Podía tener a cualquier chica pero no me conformaba, la quería a ella, a pesar de no haberle visto el rostro. Quizás era porque hablar con ella hacía que mi mente no pensara en el hecho de que Stella ya no podía ser mía. Scarlett se había metido en mi cabeza tanto que estaba aceptando que Ella no era para mi, estaba enamorada de Taylor y eso estaba bien conmigo mientras ella fuese feliz.  Un ruido martilleó mi cabeza. Fruncí el ceño sin querer abrir los ojos.  Alargué la mano hasta que toqué el móvil en la mesita de noche. Abrí un ojo para ver el nombre de Stella reluciendo en la pantalla.  —     ¿Sabes que es domingo? - le dije a mi amiga nada más coger el teléfono.  —     Tienes que venir a casa. Taylor se ha desmayado de nuevo y no se despierta - dijo nerviosa.  Me incorporé rápido al escucharla - Voy para allá.  Ni siquiera estaba del todo despierto cuando metí las piernas por unos pantalones y me ponía la camiseta. Me puse los deportes para después ir al cuarto de baño y mojar mi rostro antes de salir de casa con las llaves.  Taylor nos tenía preocupados, obviamente más a Stella. Mi amigo estaba teniendo frecuentes desmayos y no había ido al médico, cosa que tenía a Stella angustiada. Él le echada la culpa a la falta de azúcar, pero nunca habíamos comprobado si eso era verdad.  Conduje sin cuidado sintiendo una presión en mi pecho. No tardé en llegar a donde Stella y Taylor vivían. Ella no tardó en abrirme el portal y yo subí por las escaleras para no esperar al ascensor. Ella se encontraba en la puerta, con una camiseta ancha puesta y con su pelo recogido en una cola. Me miraba preocupada y me apresuré a entrar, donde vi a Taylor en el salón, tirado en el suelo, boca arriba.  Su rostro estaba pálido. - Le he estado controlando la lengua para que no se la tragara - dijo ella. - Se ha despertado, pero no quiere abrir los ojos, Brad. - Le di varios golpes en las mejillas al rubio y este abrió un poco los ojos para después volver a cerrarlos.  —     Vístete, lo llevaremos a un hospital. - Stella asintió y la vi irse a la habitación. Miré de nuevo a Taylor. - Tienes que levantarte, iremos al hospital. Te ayudaré.  Taylor abrió los ojos y lo levanté con cuidado y con un poco de dificultad. Él se sujetó a mis hombros y Stella no tardó en aparecer vestida y con su bolso. Se puso al otro lado de Taylor y salimos después de que ella cerrara la puerta.  Me senté en la sala de espera con Stella mientras le hacían unas pruebas a Taylor. — Iba a ir a comprar algo de desayunar y se desmayó —empezó a contarme— Los desmayos ahora son frecuentes y estoy preocupada. — —      Ya verás que no le pasa nada - la animé. Ella me miró con preocupación y me pregunté si alguien que no fuera mi familia estaría tan preocupado por mí como ella lo estaba por Taylor. Stella se agarró a mi brazo y se apoyó en mi hombro.  —     ¿Cómo vas con esa chica?  —     No lo sé - me encogí de hombros. - No quiere conocerme.  Stella se incorporó y me miró. - ¿Qué no quiere conocerte? Me encogí de hombros - Es... no lo sé. Sé que ella no puede venir a Ohio porque no se lo puede permitir - dije refiriéndome al dinero - Pero tampoco quiere que yo vaya para allá.  Stella se mordió el labio. - A lo mejor no está segura todavía. Tú pareces estarlo.  —     Me gusta.  —     ¿Algo más? - insistió. Lamí mis labios y negué con la cabeza. A veces solo pensaba que lo único que quería era tirármela, así era más fácil de llevar el no poder verla.  A Taylor le diagnosticaron arritmia. Le mandaron unos medicamentos y Stella le estuvo regañando todo el camino  a casa, ya que deberían de haber ido al hospital antes. Le había hecho a Taylor algunas pruebas neurológicas pero todo había salido correcto, obviamente Stella insistió en ello porque estaba asustada por su prometido.  Mi rutina volvió a empezar el lunes. Ir a trabajar y luego al gimnasio, lo mismo el martes, y el miércoles, hasta el viernes. No había sabido nada más de Scarlett, y tampoco estaba seguro si quería hablarle.  Bebí de mi cerveza mientras escuchaba la música que sonaba por los altavoces el pub. Estaba cansado pero no me importaba, necesitaba despejarme y beber un poco. Giré mi rostro hacia la izquierda para ver a una chica morena mirarme. Me sonrió y me guiñó un ojo. Sonreí de vuelta y le di un último sorbo a mi cerveza para dirigirme al otro lado de la barra, donde ella se encontraba.  Mi móvil vibró y lo saqué del bolsillo. Un mensaje de Scarlett.  "¿Puedes hablar ahora?" No tardé en contestarle- "Ahora no" —     ¿Ligando con desconocidos? - le sonreí.  —     Soy Madison - levantó su mano.  —     Yo Brad. - estreché su mano.  —     Bien, ya no somos desconocidos – sonrió ampliamente, haciendo que la imitara. 
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