Despierto de golpe y me encuentro con los ojos de mi madre. La abrazo fuertemente, había sido una pesadilla, Dios, la sentí tan real. —Hay mamá. —Te oí llorar desde mi habitación —comentó acariciando mi cabello. —Tuve una pesadilla —Logro articular a duras penas. Se aleja y acuna mi rostro entre sus manos. —Tranquila, sólo ha sido una pesadilla —Me mira fijamente a los ojos. —. ¿Quieres hablarlo? Asiento débilmente con la cabeza. Se sube a la cama y se acuesta a mi lado para abrazarme. —De un momento a otro había perdido el contacto de Thomás, y por más que lo busqué no lo encontré, fue terrible. —Por lo viste quieres mucho a ése chico. —Muchísimo, mamá, dicen que el primer amor es así ¿no? Sólo espero que sea el primero y el último —digo aferrándome a ella. —A veces por