Cuando despierto, me doy cuenta de que he dormido unas pocas horas. Me siento en la cama para encontrar la estancia vacía. Gedeón había desaparecido después de la cena que se había tornado algo incómoda luego de mi comentario sobre su llamada y enterarme de que tiene una hija. Me muerdo el interior de la mejilla, sintiéndome estúpida. Me vi como si estuviera celosa, creyendo que era otra de sus conquistas. Resoplo, poniéndome de pie y yendo al baño donde me quito el albornoz y visto con los vaqueros y camiseta que están dispuestos. Me calzo los zapatos bajos que llevaba al salir del turno. Tomo mis cosas y bajo con la intención de hacerle una revisión a Azrael. El frío del almacén me eriza la piel mientras avanza con paso firme por el angosto pasillo. El sonido de mis propios zapatos re