No sé si es el embarazo que me tiene así de sensible, o es que las palabras de Pablo me han dolido más de lo que yo creía; pero, no puedo dejar de llorar mientras me miro en el espejo de este baño de restaurante. Agradezco al cielo que no haya nadie aquí; de ser así estaría dando un espectáculo.
No me reconozco, miro mi reflejo y no sé que ha quedado de esa mujer que se hacia la fuerte. Solo veo una mujer a la que el amor le ha golpeado sin aviso y la cual se siente herida ante las palabras frías e hirientes del hombre que ama.
La puerta del baño se abre e intento ocultar mis lagrimas cuando me doy cuenta que es el.
-¡¿Qué haces aquí?!- Exclamo –Este es el baño de mujeres- Digo por si no se ha dado cuenta.
El ignora todas mis palabras y camina hacia mi –Perdóname, perdóname... por favor cariño, sé que he sido un imbécil... me han consumido los celos.- Dice y toma mi rostro entre sus manos quitando las lagrimas con sus dedos.
-Me ha lastimado lo que dijiste allí fuera, pero no entiendo porque estoy llorando de esta manera tan estúpida.- Comento con un hilo de voz y sintiéndome totalmente avergonzada por el espectáculo que estoy dando.
-Fui muy duro allí fuera... pero, es que no pude controlar todo lo que me imagine entre ustedes. Te amo tanto que me molesta demasiado que te miren así. Sé que es tu pasado; que yo también tengo uno... En cuanto a tus lagrimas, bueno... estas más sensible de lo normal; estas embarazada cariño.- Me dice con una tímida sonrisa.
-Pablo, el y yo...- Intento explicar pero el coloca su dedo índice sobre mis labios.
-Ya me lo conto. Me dijo que fue una noche de copas y que tu nunca le hiciste caso como hombre a pesar de que él estaba... bueno... que está enamorado de ti. No te voy a mentir me jode muchísimo saber que estoy sentado en la misma mesa que él, pero también se que tu y yo tenemos una relación y que me amas...- Me dice dejándome sin palabras.
-¿Tu le preguntaste?- Pregunto preocupada.
-No, el me confesó todo. Se dio cuenta que estoy hasta las trancas por ti...- Me dice con una media sonrisa que quisiera borrar con un beso.
No entiendo... como puede hacerme llorar un minuto y luego querer besarlo al otro. Tengo la impresión de que las hormonas me están jugando una muy mala pasada.
-¿Le has dicho que no puede decir nada?- Le pregunto con un hilo de voz.
El sonríe pícaramente y acaricia mi rostro –Podemos hacerlo juntos, ¿no crees?- Propone sin dejar de acariciarme.
-¿Y no querrás matarlo porque él y yo tuvimos algo?- Pregunto con muchísimas dudas y el ríe.
-Ganas no me faltan guapa, pero sé que así como yo tengo un pasado, tú tienes el tuyo. Yo no te estoy pidiendo que hayas sido una santa porque yo no he sido un monje; solo te estoy pidiendo que me ames como yo te amo a ti y que nos respetemos mutuamente.- Me aclara haciendo que no aguante mas estas ganas de besarlo.
-Eso no lo tienes que decir. Yo te amo con todo lo que soy Pablo.- Le digo mirándolo fijamente y sin aguatar mas estas ganas de besarlo, junto mis labios a los suyos.
No se si es esta especie de reconciliación, o si es que llevamos gran parte del día queriéndonos besar, pero de una manera abrupta nuestras lenguas se enredan quemándonos. Sin que entienda como, el me toma por la parte alta de mis piernas y hace que me siente sobre la encimera de los lavamanos. Me estoy muriendo aquí mientras aparta mis piernas para ubicarse entre ellas sin dejar de besarme de la manera que lo hace. Todo esto es tan exitante, tan peligroso... pero, tan lleno de amor; que no puedo pensar en nada. Sus manos intentan levantar mi vestido cuando el ruido de la puerta nos alerta haciendo que nos separemos faltos de aire y con nuestras respiraciones agitadas.
El disimula ayudándome a caminar así como si yo estuviese mareada o algo, y salimos del baño bajo la atenta mirada de una señora de más de cincuenta años que nos observa confundida. –Eso estuvo cerca...- Dice agitado acorralando mi cuerpo en el pasillo donde están los baños.
-Demasiado... No podemos repetir algo así.- Digo intentando respirar con normalidad.
-Yo pienso todo lo contario.- Dice pícaramente y ambos reímos.
Esta loco, pero como me gusta por favor...
-Vamos a la mesa mejor y hablemos con Peter.- Sugiero y el hace una mueca extraña que hace que me ría.
-Vamos, y por favor no hagas que cenemos con nadie; quiero estar solo contigo ya por favor.- Me suplica y solo asiento porque necesito exactamente lo mismo que el.