La observo discutir de manera amistosa con mi madre por no permitirle ayudar a levantar la mesa ni lavar los platos. La escena me hace sonreír como un tonto, y más cuando noto que su labial rojo, aun continua en perfecto estado sobre sus exquisitos labios y me doy cuenta que lo de antes ha sido una simple y mala excusa. No puedo dejar de mirarla; se ve tan hermosa... Siento que su espalda me pide a gritos que la acaricie, y el saber que hay altas posibilidades de que no lleve nada debajo del vestido aquel, hace que mi imaginación vuele a sitios que nos son aptos con mi familia aquí presente. -Tío, estas hasta las trancas con ella eh...- Me sorprende mi hermano desde atrás y volteo para verlo. -Salva...- Me quejo y el ríe. -No te culpo, es guapísima. - Continúa diciendo y en este instant