Capítulo 3

1518 Palabras
Salgo de mi estado de shock. En un brinco me apresuro a prender la luz de mi habitación, me sorprendo aún más al ver delante de mí aun chico de cabello n***o como la noche, tiene unos ojos grises tan hipnotizantes y a pesar de la poca distancia puedo notar que es alto. ¿Qué carajos está sucediendo aquí? —¿La gente piensa que soy así? —pregunta indignado viendo la máscara entre sus manos —Esto es una indignación para mí, no soy así de horrendo. Que le sucede a la humanidad, ¿Tú crees que soy así? —señala la máscara —Porque esto lo encontré aquí. No puedo mover ni un solo musculo de mi cuerpo, el desconocido delante de mí me está viendo tan fijamente esperando una respuesta. Salgo de mi trance. Tallo mis ojo para saber si lo que estoy viendo es real. Y si, efectivamente todo es real. —¿Quién eres tú y como entraste a mi casa? Me sorprendo al notar lo calmada que sale mi voz, no debería de estar tan calmada, hay un extraño en mi casa, ¿Cómo se supone que entro? Me sonríe mientras se acerca a mí, extiende su mano estrechándola con la mía. —Pero que mal educado. Soy Lucifer, hijo favorito de Dios, rey del inframundo —da un paso atrás antes de hacer una leve reverencia —Espera —dice enderezándose rápidamente —La que debería de hacer esa reverencia eres tú no yo, estás ante un rey. —¿Cómo entraste a mi casa? ¿Qué es lo que quieres? —ignoro su comentario —Si buscas algo de valor no lo tenemos así que vete de mi casa antes de que llame a la policía —frunce el ceño. —Bueno, tú me invocaste así que prácticamente tú me obligaste a entrar —dice confundido —No vengo a robarte, además, soy el diablo, tengo todo lo que quiero cuando quiero. Suelto una risa nerviosa. —No eres el diablo, eso no existe. —Si lo soy, no tengo porque mentirte. —No lo eres, además de que... Doy un salto atrás al ver dos enormes alas color n***o desplegarse de la espalda del desconocido, de nuevo empiezo a temblar. Esto no está sucediendo, no está sucediendo, todo es una broma. —Te dije que lo era —suelto una risa nerviosa que no tarda en convertirse en llanto. ¿Por qué me está sucediendo esto a mí? No debí de haber entrado a esa página y mucho menos hacer lo que decía ahí, todos dijeron que era una estafa, esto no puede estar pasando. Cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús. —Eso no va a ser posible —corro a mi cómoda, busco entre los cajones ignorando completamente al desconocido —No creo que Jesús venga a tu rescate —Cuando visualizo lo que buscaba lo tomo, me doy la vuelta poniendo la mano detrás de mi espalda, veo como empieza acercarse. —Quédate donde estas si no quieres que utilice lo que tengo detrás de mí —se detiene ante mi advertencia. Me ve confundido antes de encogerse de hombros. —Soy inmortal, no puedes hacerme daño —dice retomando su caminata hacia mí. —Dije que te detuvieras —digo sacando mi mano detrás de mi espalda sosteniendo una cruz en ella, se detiene en seco al ver mi mano —Retrocede —doy un pequeño grito emocionada al ver que hace lo que le indique. —Aleja eso de mi —gruñe con las manos en el aire. —Vete demonio, sal de mi casa ¡Ahora! —ordeno extendiendo mi mano al ver como vuelve a retomar su camino hacia mi —He dicho que te alejes. Cuando está a pocos pasos de mi alza su brazo tomando la cuz entre sus manos, me espanto al escuchar un grito desgarrador. Se deja caer al piso con aun la cruz entre sus manos. Parece que se ha desmayado ¿Eso es posible? Estoy tentada a patearlo, pero opto mejor por agacharme a un lado de él, acerco mi cara a la suya. Doy un brinco hacia atrás al verlo abrir los ojos de repente. Escucho su risa mientras se empieza a poner de pie. —Soy el diablo no la niña del exorcista —dice burlón —¿Cómo te llamas? —Ma-Mackenzie —mi voz tiembla. Realmente sigo sin creerme que el mismísimo Lucifer este delante de mí, es algo verdaderamente impactante, pero lo es aún más el que no esté colapsando en este momento. Debo de estar loca por estarme tomando esto con tanta tranquilidad. —¿En qué año estamos, Mackenzie? —pregunta caminando por toda mi habitación. No puedo creer que esté hablando con el diablo, ¿Si le digo a mis amigos me tacharan por loca? Aunque bueno, si le pido que les muestre sus alas tal vez podrían creerme y no seré la única delirando sobre esto. —Dos mil diecinueve —asiente. Está a punto de hablar cuando el timbre de mi casa suena, Dixon —No hagas ruido, no te muevas de aquí, ya regreso. Salgo de la habitación cerrando la puerta, bajo lo más rápido que puedo las escaleras, maldigo cuando tropiezo con el ultimo escalo, de no ser porque puse mis manos, mi cara hubiera impactado contra el frio suelo. Me pongo de pie rápidamente, al abrir recibo a un Dixon muy sonriente. —Te traje las tareas —sacude una libreta. Por un momento había olvidado que Dixon vendría a traerme los apuntes de las clases. —Es muy amable de tu parte —estiro mi mano tomando el cuaderno —¿No me dejas pasar? —pregunta confundido. —Oh, yo estoy algo ocupada y... —el sonido de algo cayéndose me interrumpe. —¿Hay alguien más contigo? Maldita sea... Empiezo a jugar con mis manos. Estoy nerviosa, no tengo idea de que hacer en una situación como esta ¿Qué hago ahora? No puedo mentirle, pero tampoco puedo decirle la verdad. —Mi ga-gato —miento —¿Desde cuándo un gato hace tanto ruido? —pregunta curioso. —Tiene tres piernas —respondo rápidamente, me sonríe burlón —Ya sabes cómo son los gatos de tres piernas, brincan por todos lados como conejos. Muchas gracias por esto, pasare a dejártelo luego, adiós Dix. Cierro la puerta en su cara, tal vez de nuevo me comporte como una mal educada por hacerlo, pero no puedo dejar que vea a un chico en mi casa ¿Qué tal si le dice a mi mamá? Me mataría si se entera. Me dirijo a mi habitación una vez más. —Que parte de no hagas ruido no entendiste —pregunto molesta al abrir la puerta. Se agacha recogiendo algo del suelo, mi corazón se detiene al darme cuenta de que es mi teléfono ¿Qué hace con mi teléfono? —Vi esto en tu cama así que lo tomé, pero me sorprendí cuando empezó a vibrar y por accidente lo dejé caer. El teléfono vuelve a sonar haciendo que una vez más lo deje caer, me tenso al ver como la pantalla golpea contra el duro suelo de mi habitación. Me acerco a tomar mi teléfono, el logo aparece dándome a entender que se ha apagado. Lo reviso por todos lados, es una suerte que la pantalla no esté estrellada. —¿Qué es eso? —lo miro confundida, señala mi teléfono —Esa extraña caja, ¿Qué es? —Un teléfono —respondo obvia. Asiente —¿Qué es un teléfono? —su ceño se frunce levemente. ¿Es en serio? Dice ser Lucifer y no tiene la menor idea de que es un teléfono. Lo miro sorprendida antes de responder. —¿No sabes lo que es un teléfono? —niega —Bueno, con esto puedes comunicarte con las personas, checar r************* y tomarte fotos. ¿Cómo es que no sabes que es un teléfono? —No sé si lo sepas, Mackenzie, pero en el infierno no hay esa cosa que llamas teléfono. Y yo como carajos iba a saber que en el infierno no había teléfonos, no es como si fuera muy seguido para allá. Aunque, de hecho, no me gustaría ir nunca si es que eso es posible. —Pensé que tenías lo que querías. —Ni siquiera sabía que eso existía, ¿Sabes cuánto tiempo he pasado allá abajo? —niego con la cabeza —Siglos. —¿Y porque simplemente no salías? —cuestiono un poco interesada. —No es tan fácil como crees —dice dejándose caer en mi cama —No lo entenderías. ¿Acaso está diciéndome que soy una tonta que no entendería nada? Porque eso fue exactamente lo que yo entendí. —Podrías intentarlo —me ve fijamente antes de asentir. —Bien, escucha con atención, no lo repetiré dos veces. Me acerco a la cama dejándome caer con precaución a un lado de él dispuesta a escucharlo hablar.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR