LIII

3442 Palabras

LIII Al asomar el sol del día siguiente, todas las iglesias tañeron sus campanas, se oyeron salvas de cañonazos en la Torre de Londres, se izaron banderas en lo alto de los campanarios y se hicieron, en una palabra, todas las ceremonias de costumbre en solemnidad del cumpleaños del monarca. Todo el mundo salió de casa para ir a sus quehaceres o a sus diversiones, como si reinara en Londres el orden más completo, y sólo se veían en algunos de sus barrios escombros humeantes que iban a avivarse al anochecer para difundir a lo lejos la desolación y la ruina. Los jefes del motín, más audaces aún con los triunfos de la noche anterior y el botín que habían conquistado, conservaban firmemente unidas las masas de sus partidarios, y sólo pensaban en comprometerlos bastante para que en lo sucesivo

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