Garabateo sobre mi tablet mientras Elliot está sentado detrás de su escritorio en el ático. Han pasado dos días desde mi accidente y él no se ha apartado de mí. Eso me hace sentir… extraña. No dice mucho, solo se limita a ayudarme y a que no sea imprudente como me llama él. Eso incluye seguir compartiendo la cama. Por otro lado, Teo quedo en enviarme las fotografías del trabajo final y estoy a la expectativa. Suspiro. —¿Qué te tiene tan pensativa? La voz de Elliot me hace levantar la vista y lo encuentro viéndome. —Teo, quedo en enviar las fotografías de mi sesión y estoy nerviosa. Sonrío un poco avergonzada. —Siempre me siento de esa manera. Creo que es el temor a que el cliente no les guste el concepto y para ser sincera, con este lo estoy más porque evidentemente no puedo rep