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1160 Palabras

—¿Dónde está Franco? —preguntaba Tyrell a la señora María, llevaba un buen rato buscándolo y no lo encontraba por ningún lado. Necesitaba pedirle su opinión acerca de unos problemas que estaban habiendo en los clubes que dirigía. —Sigue en su habitación, señor. El rubio frunció sus labios tras esa respuesta, y cuando dirigió su paso hacia el salón personal del castaño que estaba cercano a la puerta de entrada, Franco apareció. Lo miró a los ojos y este lo miraba distraídamente de vuelta, parecía relajado y su rostro lo parecía también. —Te estaba buscando —dijo entonces. —¿Sucede algo? —preguntó, pasando una mano por su cabello húmedo, disponiéndose a escuchar a su leal hombre, incluso cuando su mente seguía en su habitación. Era extraña esa sensación, tenía ganas de burlarse de

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