—¿De verdad quieres eso, mi amor? —preguntó Leandro con los ojos oscurecidos a causa del deseo intenso. —Si, mi amor. Leandro no esperó más y comenzó a besar su cuerpo con pasión, acariciando el cuerpo de ella con dedicación. Poco a poco la ropa fue sobrando, ambos estaban desnudos. —No te avergüences, tu cuerpo es maravilloso —dijo Leandro al verla a ella querer cubrirse. Besó y tocó ambos pechos logrando sacarle suspiros profundos a Anna, quien soltó un gemido de placer cuando este se llevó un pezon a la boca. Sintió que alucinaba, y su zona intima no podía estar más húmeda. Una de las manos de Leandro descendió hasta su entrepierna y con sus dedos comenzó a acariciar sus pliegues, sonrió orgulloso al sentir la humedad y el gemido que escapó de los labios de aquella mujer que t