Narra Anna Salí del instituto sumida en mis propios pensamientos. A veces no comprendía porque mi propia hermana me trataba mal. Hoy había hecho lo imposible para querer humillarme, y aunque hoy tuve las agallas de enfrentarla, al final siempre me afectaba lo que ella hacía. Los murmullos a mi alrededor me hicieron levantar la vista y mirar al causante de aquello. No me sorprendí al mirarlo, estaba recostado sobre su lujoso auto con una sonrisa prepotente. Observé a su alrededor, varias camionetas estaban cerca de su auto y algunos hombres bastante serios y altos. Seguramente serían sus escoltas. Era inevitable que se robara las miradas por parte de las chicas, quienes lo miraban con anhelo y coqueteaban para obtener su atención. Ignorando las miradas fulminantes y algunos coment