POV HERNÁN Han pasado días desde que volvimos de la enfermería, pero la sensación de alerta no desaparece. Al contrario, se intensifica con cada hora que pasa. Me esfuerzo en no demostrarlo demasiado, pero sé que Clara se está dando cuenta. ¿Cómo no lo haría? Estoy sobre ella en cada momento, atento a cada cosa que hace, a cada movimiento, cada palabra. Y aunque una parte de mí sabe que debería aflojar un poco, la otra parte, la más instintiva, se niega rotundamente. No puedo evitarlo, no cuando mi lobo gruñe cada vez que Clara está fuera de mi vista, cada vez que hace un movimiento brusco, cada vez que parece distraída o perdida en sus pensamientos. Intento racionalizarlo, convencerme de que es solo un instinto sobreprotector, que no hay ninguna amenaza inminente acechándola en cada