CAPÍTULO 48

1126 Palabras

Han sido hora de viaje y al fin puedo saber dónde Dante nos está llevando. Hemos volado a los ángeles. El nudo en mi estómago no me deja tomar nada cuando la asistente de vuelo me ofrece algo por última vez antes del descenso. ―Estás pálida. ―Solo nerviosa ―miro a Dante que me ve de una manera indescifrable ―Hace siete años que deje esta ciudad. Asiente. ―Espero que esta vez cuando dejes la ciudad tu experiencia sea agradable. Le doy una sonrisa suave. ―Yo también deseo eso. Su mano descansa en mi pierna. ―Supongo que nos quedaremos en tu casa. ―Así es, creo que es lo mejor. ―Por supuesto. Pero, ¿crees que teniéndome allí podrás recordar algo? ―El propósito de este viaje en pasarla bien y si recuerdo algo, será un extra. La luz de abrocharse los cinturones se enciende y lo ha

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