ISAAC Desde que empezaron el colegio venía con la misma mierda. Parecía mentira que el tiempo pasara tan rápido y que tuviéramos a nuestras hijas en los asientos traseros de un todoterreno de camino a su escuela. Anne se había pasado toda la tarde anterior haciendo un trabajo para Olivia. Conseguí aparcar cerca de la puerta de la escuela y apreté las manos alrededor del volante cuando aquel gilipollas miró nuestro coche. ¿Se creía que porque nuestras hijas eran amigas podía mirar así a mi mujer? Anne bajó primero para sacar a Alice y acomodarle la mochila, Olivia a sus seis años ya hacía muchas cosas por si sola y bajó del coche con su cartulina esperándome, porque enseguida me agarró la mano. Cuando Alice estuvo y dejó de toquetearse la mochila, se enganchó a su hermana. —Portaos bie