Quise defenderme, pero todo lo que salió de mis labios fue un quejido, las raíces se aferraban a mis extremidades y temí que rompieran mis huesos, colgué de mis brazos hasta que mis pies encontraron apoyo o realmente habría tenido una fractura y voltee a verla, no importaba que tuviera el poder de Otoño o contara con la sortija de Primavera, seguía siendo una mortal y Labia una desgracia. En el piso de la habitación se abrió un gran agujero a causa de las raíces y desesperada moví mis pies para aferrarme al inmenso árbol contra el que estaba atrapada. Labia con su largo cabello dorado se paseó frente a mi y sonrió – te concedo algo, es sorprendente que una golondrina llegará tan lejos, tal vez los demonios no son tan aterradores como Tinieblas dijo. – Decídete, soy hierba o golondrina.