Con las manos sudorosas y el nerviosismo escrito en su rostro Margaret miró en dirección al palco donde estaba la marquesa Landevon y se mordió el labio inferior.
– Toma – le dio Simona cargando un vaso con agua.
– Gracias.
– Te vez muy pálida, será mejor que te sientes – la llevó al asiento y siguió su mirada.
Margaret llegó al torneo varios minutos atrás y el príncipe ni siquiera había notado su presencia, aunque, de hacerlo, nada cambiaría.
– Te torturas al venir aquí, es mejor sí lo olvidas, hay muchos invitados y pasar un buen momento antes de que inicien las nevadas nunca está de más – sonrió.
– No – musitó en un tono muy bajo y miró de nuevo el palco – es lo que tengo que hacer – se levantó aún con la expresión ceniza y sus pasos fueron muy lentos.
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Es la primera vez q
